TRATAMIENTO






          Resolver el problema que conlleva la práctica del abuso sexual en el área del diagnóstico de infantes abusados es un trabajo arduo que debería concentrarse en instituciones especializadas como los centros para la atención en crisis cuyo trabajo es interdisciplinario, constituido principalmente por el pediatra, el psicólogo, la trabajadora social y el médico legista. 

Los profesionales deben estar entrenados para este tipo de intervención y las entrevistas, que son fuentes importantes para la evaluación, deberían ser el resultado de un profundo conocimiento de las etapas del desarrollo del niño y de larga experiencia en esta área. Es muy importante que debamos creer al niño. Si existen diferencias éstas se objetivan posteriormente Quintero Soto, M. L. (Coord.), Petrzelová, J. y Petrzelová, J. (2013)

El tratamiento en grupo es el método más eficaz para tratar este tipo de casos, aunque su filosofía y metodología también pueden funcionar en la terapia individual, por lo que este tratamiento proporciona una oportunidad para interactuar con niños y niñas en las mismas circunstancias, y con esto se disminuye el sentimiento de vergüenza y ayuda a romper el secreto; lo que se adjunta a otros beneficios que impulsan a una recuperación positiva para sus participantes (Batres, 2020).

Según Berlinerblau (2005) el objetivo principal es promover la calidad de la atención a los niños, niñas y adolescentes cuando son evaluados por posible abuso sexual. La mejor manera de mejorar las entrevistas es asegurarse de que los entrevistadores reciban un entrenamiento que integre la investigación y la práctica clínica. Estas recomendaciones están diseñadas para evaluaciones de niños y niñas que buscan:

  • Obtener declaraciones confiables sobre posible abuso sexual 
  • Maximizar el monto de la información obtenida del niño, dada su edad, circunstancias y predisposición a hablar.

         Por otro lado Giberti (2005) comenta que entrevistar niños es en parte arte y en parte ciencia, no hay una clara definición de una entrevista ‘perfecta’. Es esencial que los evaluadores tengan la libertad de ejercer su juicio clínico en casos individuales. Los entrevistadores de niños deberían estar familiarizados en la literatura sobre entrevistas con niños y deberían estar preparados para justificar sus decisiones en casos individuales.

Cantón, J. y M. R. Cortés (2002) también comenta que la evaluación psicológica y el establecimiento de un diagnóstico minucioso son fundamentales para la adecuada intervención psicoterapéutica. Un psicodiagnóstico de abuso sexual permite el conocimiento de aspectos evolutivos, madurativos, intelectuales, cognitivos y, sobre todo, emocionales y afectivos del niño. Para abordar el área emocional damos la preferencia a tests proyectivos, narrativos y a técnicas de autoconcepto.





Es Importante tener en cuenta que podemos reconocer a los niños que han sido víctimas de abusos sexuales porque tienen un comportamiento característico que los hace diferentes a otros niños con otro tipo de problemáticas López, M. C. (2019)

  • El pacto de silencio: los abusadores engañan y convencen a los niños con distintas excusas a hacer un pacto de secreto; y como todos los pactos, suele mantenerse indisoluble en el tiempo fomentando una conducta hermética en sus víctimas.
  • El secreto: generalmente, los niños víctimas no suelen hablar de lo que les pasó; incluso, hasta que llegan a su adultez, dado que suelen estar aterrorizados por el hecho de vivir amenazados por su abusador para que no develen el secreto de su trauma o, simplemente, no encuentran las palabras para describirlo.
  • Víctimas y salvadores de la familia: el niño(a) víctima dentro de su familia suele ocupar una doble posición: a pesar de sufrir, se resigna y calla el abuso porque está convencido de que así, de esa manera, “salvará” la unión familiar, garantizará que su progenitor proporcione dinero en su casa a sus hermanitos para la comida y el colegio, etcétera.
  • Sacrificados y pseudo privilegiados: frecuentemente, aquel niño que es abusado también es el que más regalos recibe por parte de su abusador, para extorsionar y/o confundirlo emocionalmente convenciéndole para que no devele el secreto del abuso.
  • El pánico: todos los niños abusados viven inmersos en el pánico de que los puedan matar de un momento para otro, a ellos o a sus seres más queridos; si no es debido a amenazas directas es por medio de amenazas subliminales o, por el simple hecho de que intuyen que el abuso físico en sí mismo los puede matar.
  • La vergüenza: cualquier niño suele tener vergüenza de hablar de un tema relacionado con la sexualidad; pero si ese niño ha sido una víctima de abuso, este sentimiento se agudiza aún más.
  • La culpa: los niños víctimas, generalmente, se sienten responsables de aquello que les hicieron, como si ellos hubiesen provocado a sus abusadores, ya que eso es lo que, justamente, sus abusadores les han hecho creer.
  • La humillación: una de las tácticas de los abusadores para con sus víctimas es humillarlos con el objetivo de bajarles su autoestima para debilitarlos psicológicamente y que no se animen a pedir ayuda.
  • La resignación: cuando el abuso se extiende a lo largo del tiempo y se hace crónico, llega un momento que el niño baja los brazos y se resigna a no seguir luchando.
  • La lealtad hacia el abusador: especialmente, en los casos de incesto se puede observar en los niños víctimas convivientes una especie de síndrome de estocolmo, en el cual se observa un aparente amor y lealtad hacia quien les hizo daño debido a una falta de figuras identificatorias positivas, a sentimientos de culpa, etcétera.
  • La retractación: es frecuente observar una conducta ambivalente en los niños abusados: luego de romper el pacto de silencio y develar el abuso, suelen retractarse de lo que han contado, especialmente si se trata de su progenitor o de un familiar cercano a él. Esto se da, principalmente, por culpa y por un sentimiento de miedo a que el abusador se entere de lo que ha dicho y quiera vengarse de él.
  • La disociación: es un mecanismo de defensa que suelen implementar los niños abusados aunque no es exclusivo a ellos, a través del cual hacen a un lado todas las emociones negativas y comienzan a manejarse racionalmente. Es por esta razón, que muchos niños víctimas presentan una mirada “perdida” y tienen un cierto aspecto un tanto rígido o “robotizado”, el cual, a veces, les da la apariencia de estar sobreactuando cuando se disponen a relatar su historia.
  • La desmentida: es otro mecanismo de defensa por medio del cual la víctima desmiente algo que acaba de percibir. A diferencia de la negación, en donde la víctima negaría en absoluto haber sido abusada; cuando se le pregunta a alguien que implementa este mecanismo de defensa si ha sido abusada alguna vez, primero responde que sí y al rato responde que no, reconociendo haber dicho lo contrario.
  • La represión y el olvido del trauma: muchas víctimas no olvidan nunca su trauma y otras tantas, con el tiempo, terminan reprimiendo el recuerdo doloroso en su inconsciente olvidándose por completo de un período de su vida o recordándoles a posteriori bajo ciertas imágenes difusas o pesadillas.
  • La negación: especialmente los niños incestuados, suelen negar haber sufrido cualquier tipo de abuso; así como también, si se les pregunta de forma directa, desacreditan estar sufriendo.
  • La compulsión a la repetición: es un mecanismo mediante el cual se repiten conductas relacionadas con hechos traumáticos que se vivieron de forma pasiva (como víctima, sin poder defenderse) con el objetivo inconsciente de revertirlos de forma activa (pretendiendo defender). Ocasionalmente, esto puede verse cuando los niños abusados por su progenitor crecen, se hacen adolescentes y establecen vínculos con parejas que, a su pesar, los vuelven a abusar.
  • La identificación con el agresor: una de las consecuencias de haber sido abusado de forma crónica durante la infancia es que los niños pueden llegar a creer que como hasta el momento nadie los ha ayudado, lo que más les conviene para sobrevivir es identificarse con su agresor, puesto que parten de la falsa creencia del hecho de que ser igual a este los va a beneficiar a la hora de hacerse respetar.

  Por lo que es indispensable poder trabajar con ellos diferentes técnicas para poder minimizar los sentimientos desagradables del niños, Oaklander (1992):

  • El miedo y la ansiedad
Los miedos y la ansiedad son reacciones comunes a síntomas característicos del trastorno de estrés postraumático. Podemos superarlos con una gradual exposición en el caso de ser necesario, como hablar a la gente común en la calle para demostrar al niño que no todos son malos o agresores, salir a la calle, relacionarse con amigos, conocer nuevas personas, etcétera.

En lo que concierne a la ansiedad, es necesario tratarla con las técnicas de relajación progresiva (el juguete tranquilo, adaptación de autocontrol para los niños). El relajamiento, además de disminuir la ansiedad y facilitar el sueño, favorece al sentimiento de control de la víctima y propicia una evaluación más positiva
  • La culpa
La culpa es un resentimiento que se refleja como la ira contra uno mismo antes de dirigirla hacia al otro. El pacto de guardar el secreto que mantiene el agresor con el niño induce al nivel alto de culpabilidad de la víctima.

Las respuestas cognitivas derivadas de la experiencia sufrida hacen referencia a los sentimientos de culpa, la desconfianza y un autoconcepto negativo. Se siente ira o un gran resentimiento retroflectar (ira contra uno mismo): el resentimiento es compañero de toda culpa. El terapeuta debe resaltar la escasa capacidad que tiene el niño de protección frente al adulto (más fuerte y con mayores recursos) insistiendo en que la responsabilidad única de lo ocurrido es del agresor. Por otro lado el menor debe comprender los motivos que le han llevado a permanecer en silencio (el miedo a no ser creído, a ser culpado y a un castigo).

Pueden ser de enorme ayuda las siguientes actividades:

1. Dibujo libre.

2. Jugar con plastilina.

3. Propiciar la libre expresión de sentimientos (ira y/o resentimiento).







     La intervención terapéutica recomendable es la elaboración de un cuento en el cual se demuestra a los niños que pueden decir a sus padres las cosas difíciles que a veces no cuentan por el miedo a ser castigados. Se pueden usar los cuentos con decir la verdad, independientemente que sientan el miedo, la vergüenza o la culpa. El terapeuta debe explicar que el agresor pide el silencio para que pueda continuar con los abusos y que nadie se entere. Es necesario decir la verdad y pedir la ayuda (Mendoza, 2002:30). Los cuentos han sido usados en todas las edades y las respuestas de niños fueron positivas.

Otra de las técnicas es el empleo de guiñoles o de marionetas por medio de las cuales el niño puede expresar y contar las prácticas del agresor como lo es la amenaza, chantaje u otro manipuleo. A través de las marionetas es más viable expresar que el niño no es culpable y que puede hablar más libremente sobre el cuerpo y sobre los genitales.

  • La ira
            Los sentimientos de ira pueden dar lugar a que una persona sea hostil y negativa. La ira es la rabia derivada de la impotencia que algunas víctimas sienten ante la imposibilidad de demostrar los abusos.

Es muy bueno para la terapia facilitar métodos prácticos para expresar los sentimientos de ira.  Por ende es preciso ayudar al niño a acercarse al verdadero sentimiento de ira que puede estar conteniendo, alentarlo a dar expresión emocional a esta ira ahí mismo, junto al terapeuta, de una manera segura y en un sitio seguro. 

Debe dársele el espacio para experimentar verbalmente, de manera directa sus sentimientos de ira: decir lo que necesita decir a la persona a quien necesita decírselo. Expresarse libremente. 

Puede ser recomendable hablar con él sobre la ira: qué es, cómo se demuestra, qué hacer cuando se siente, qué es lo que hace que uno enfurezca.

  • La agresividad
            Es la expresión distorsionada de otros sentimientos. Para tratar este síntoma se da libertad completa al niño(a) para que juegue a lo que él o ella decida; si no lo desea se le pueden sugerir actividades. Se le debe dar mucha atención, puesto que la necesita.

  • La autoestima-autoconcepto-autoimagen
Será de mucha importancia poder conocer la forma en que se percibe a sí mismo el niño(a) que ha sido víctima de abuso.

Son tres los parámetros de este auto descripción.

1. Autoestima: es la valoración que nos damos a nosotros mismos.

2. Autoconcepto: es la idea o noción de lo que somos; aquello que pensamos de nosotros.

3. Autoimagen: es nuestra propia representación.


         Para tratar los síntomas de baja autoestima es recomendable el uso de distintas técnicas. En primer lugar se le debe tener un respeto al niño. En los niños con baja autoestima se presentan características como las siguientes: Lloriquean, necesitan dominar siempre, hacen trampa en los juegos y siempre quieren ganar, son perfeccionistas, fanfarronean, se desprenden de golosinas, juguetes, dinero, atraen la atención haciendo el payaso o provocando a los demás, tienen conductas antisociales, son autocríticos, retraídos, tímidos, culpan a otros, inventan excusas para todo, continuamente se disculpan, son temerosos para probar cosas nuevas, son desconfiados, necesitan muchas cosas, están a la defensiva, comen en exceso, tratan siempre de complacer, son incapaces de tomar decisiones o de elegir entre dos posibilidades, nunca dicen no. En estos casos lo que se debe hacer con el niño es:
  • Ayudarle  renunciar a los mensajes negativos y apoyarlo a reafirmar los positivos. 
  • Escuchar reconocer y aceptar los sentimientos del niño.
  • Tratarlo con respeto y aceptarlo como es.
  • Hacerle elogios específicos; ir al grano.
  • Ser sinceros con él. Usar mensajes "yo" en lugar de mensajes "tú".
  • Darle responsabilidades, independencia y libertad de elegir.
  • Involucrarse en la resolución de problemas y la toma de decisiones que atañen a su propia vida. 
  • Permitirle experimentar, percibir sus propios intereses, trátese de un niño que es creativo tanto como si no lo es.
  • Evitar lo siguiente: ser criticón, decirle muchos "deberías" o darle consejos innecesarios. Tomarlo en serio y aceptar sus juicios.
Además, también es recomendable promover acciones que involucren actividades sensoriales tratando que los infantes se centren en las semejanzas y diferencias entre ellos mismos y los objetos, animales, frutas u otros objetos que se les muestran o proporcionan. La percepción del cuerpo es básica para un sentido riguroso del yo. Ésta puede ser facilitada por el terapeuta por medios diversos. Pueden intentarse ejercicios de relajación, respiración, experiencias con movimientos corporales. Se pueden hacer autorretratos, mirarse en el espejo y contemplar fotografías de cuando eran bebés. Es recomendable el uso de la teoría pedagógica del cambio: "el cambio ocurre cuando uno se convierte en lo que es, no cuando intenta convertirse en lo que no es".

  • La desvalorización

Cuando se está frente a niños maltratados:
  • Se les debe mostrar un gran respeto y aceptarlos como son.
  • Habrá que escucharlos, reconocerlos y aceptar sus propios sentimientos. Es bueno hacerle elogios específicos. Es importante ser sinceros con él.
  • Se recomienda usar mensajes "yo" en lugar de mensajes "tú".
  • Ser específico en las críticas y no usar en sentido negativo los conceptos: siempre; nunca; tú no puedes.
  • Darle responsabilidades, independencia y libertad de elección.
  • Involucrarse en la resolución de problemas y toma de decisiones de su propia vida.
  • Respetar sus sentimientos, necesidades, deseos, sugerencias y sabiduría. Permitirle experimentar, perseguir sus propios intereses, aún en el caso de que no sea creativo.
  • Ser un buen modelo.
  • Evitar ser criticón y palabras como "deberías" hacer esto o lo otro.
Realizar actividades que involucran experiencias sensoriales y que se centren en las semejanzas y diferencias entre ellos mismos y los objetos, y animales que implique la actividad.

La percepción del cuerpo es básica para un sentido vigoroso del yo. Para esto se realizarán ejercicios de relajación, respiración, experiencias de movimientos corporales, hacer autorretratos, mirarse en el espejo, mirar fotografías personales de cuando eran más pequeños.





REFERENCIAS


  • López, F. (1995). Necesidades de la infancia y protección infantil I. Fundamentación teórica, clasificación y criterios educativos de las necesidades infantiles - Madrid: Ministerio de Asuntos Sociales.
  • Batres, Gioconda (2000). Del Ultraje a la Esperanza. Tratamiento de las Secuelas del Incesto. ILANUD. San José, Costa Rica.
  • Cantón, J. y M. R. Cortés (2002), Guía para la evaluación del abuso sexual infantil, "Psicología", Madrid, Pirámide.
  • Oaklander, V (1992), Ventanas a nuestros niños, terapia gestáltica para niños y adolescentes, Chile, Cuatro Vientos.

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